Editorial | Un breve recuento de mi adolescencia y Yu-Gi-Oh!
Soy un otaku y eso no hay manera de ocultarlo, llevo sobre mi espalda un listado de más de 500 animes vistos y aunque me he alejado del medio en los últimos años es innegable su influencia en mi persona.
En partícular, hay un grupo de series que marcaron mi relación con dicho medio a través de tres etapas muy concretas de mi vida: Pokémon en mi tierna infancia, Yu-Gi-Oh! en mi adolescencia y Naruto en mi juventud temprana. Cuando este último concluyo (No, Boruto no existe) les hable un poco sobre mi relación con dicho anime. Ahora que se difundió la noticia del lamentable fallecimiento de Kazuki Takahashi, creador de Yu-Gi-Oh!; Me pareció propicio hablar de mi relación con esta franquicia.
Era el año 2003 y yo estaba en secundaria cuando ocurrió el auge de esta serie en México. Y aunque en occidente tuvimos un versión criminalmente reditada (De cuyos cambios en relación a la original darían no sólo para una entrada propia si no para un blog entero dedicado al tema) resulta innegable que las aventuras de Yugi y sus amigos se convirtieron rápidamente en uno de los animes más influyentes de la primera década de los 2000's
Aunque los juegos de cartas coleccionables o TCG por sus siglas en inglés, llevan décadas existiendo y Yu-Gi-Oh! no sería el único anime en incursionar en este medio, la inconmensurable publicidad que tuvo esta franquicia en su momento la convirtió en el primer acercamiento de muchos de nosotros con este tipo de juegos.
Yo ya tenía una afición con las cartas coleccionables desde la época de las Pepsicards y los álbumes Panini, no obstante descubrir que, además de coleccionarlas, era posible convertir estas tarjetas en un juego de mesa, fue toda una revelación. Incontables fueron las horas que pase jugando Yu-Gi-Oh! con mis amigos del barrio, siendo nuestra actividad principal por varios meses.
Y aquí es donde debo confesar que durante esta época yo nunca tuve un mazo original de cartas, sino que mi colección se limitaba a falsificaciones de manufactura china. Las cuales iban desde reproducciones bastante fieles, prácticamente indistinguibles del original a burdas imitaciones que sin caer en ninguna exageración no eran más que dibujos hechos a mano puestos sobre un cartón de color sólido.
Tengo recuerdos de llegar más temprano a la secundaria, con el único fin de acudir antes que nadie a los puestos ambulantes que se montaban frente a la escuela y elegir las mejores cartas entre los nuevos lotes que llegaban cada semana. Estas ilustraciones casi paródicas aderezadas de inentendibles traducciones del inglés y el japonés nos brindaron incontables horas de risa a todos los muchachos del barrio.
Mención aparte merece la serie animada, cuya primera temporada (No confundir con la temporada 0) presentaba un juego tan diametralmente opuesto al real que causo muchas discusiones y un par de vergüenzas ajenas entre quienes intentábamos imitar lo visto en televisión. Los memes de «Yugi Trampas Locas» vivirán para siempre en nuestros recuerdos y el depositario del internet.
De hecho, hablando de internet, uno de mis recuerdos más tempranos con respecto a esta tecnología, fueron las horas que pase en una página de GeoCities cuyo autor se había dedicado a enlistar en español todos los errores e inconsistencias de los primeros episodios de la serie; Un verdadero tesoro perdido de los primeros años del internet.
El tiempo pasó y a medida que descubría el interminable mundo del anime, gracias al antes mencionado internet y la compra de nuevas series por parte de los sistemas de cable; Me fui distanciando de Yu-Gi-Oh! especialmente con la llegada de las secuelas, nunca conecte con Gx y del resto apenas he escuchado hablar.
Cuando entre a la preparatoria, mi afición por los TCG se mudó al juego de Mitos y Leyendas (Del cual les hablare en otra ocasión) y así mismo Yu-Gi-Oh! modifico tanto sus reglas y estructura que ya es un juego completamente desconocido para mí. Si en su tiempo los monstruos con efecto ya me eran un tanto difíciles de manejar, abordar el tema de los Syncro, Xyz, Péndulos y demás es hablar un idioma que me resulta completamente ajeno.
Pese a haberme distanciado totalmente de la franquicia desde hacia ya varios años, la muerte de su autor revivio en mi bellos recuerdos de antaño. Yu-Gi-Oh! permanecerá siempre en mi memoria de la adolescencia junto a las pulseras de plástico tejidas, el MySpace y las partidas de Age of Empires en red local. Descansa en paz, Kazuki Takahashi. Gracias por todo.
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