#MiniYoru | ¡Que Viva México! (2023)
UNA SÁTIRA QUÉ LLEGA 50 AÑOS TARDE
Desde mi temprana Juventud he sido fanático de las películas de Luis Estrada y considero que La Ley de Herodes y El Infierno, ya son clásicos del cine mexicano contemporáneo. No obstante, Sr. Estrada; Cmamut, definitivamente, Cmamut.
La trama de esta cinta es calcadita a la segunda película de los Beverly de Peralvillo pero mal hecha. Es demasiado larga, con escenas sexuales y escatológicas qué no vienen a cuento y con cuatro referencias al Peje metidas con calzador.
Casi parece hecha en automático o por una inteligencia artificial. Tomando todos los clichés propios del cine de Estrada y mezclándolos con el peor gusto posible con una crítica superficial y estereotípica de la familia mexicana. Cosa que no es para nada novedosa, pues este tipo de sátira ya se hacía y mucho mejor en la citada Los Beverly de Peralvillo o desde hace más de 80 años en la tira cómica de la Familia Burron.
La diferencia entre estas producciones clásicas y ¡Que viva Mexico! radica en sus personajes. Ya que en esta última todos son horribles seres humanos y no es posible empatizar con ninguno de ellos. No hay ápice de moralidad o redención posible.
A LA SOMBRA DE LAS VIEJAS GLORIAS
Tanto la Ley de Herodes como El Infierno son historias que muestran la caída y corrupción de sus protagonistas; Destruidos al chocar de frente con la realidad nacional. Pero en la cinta que nos ocupa hoy, no es así. Todos y cada uno de ellos están jodidos de principio a fin, por lo que verles dando vueltas por allí durante tres horas no podría resultar más aburrido.
Además, Sr. Estrada no es de a huevo meter sátira política si tu película no va de eso. Estoy seguro de que en el fondo sabía que la historia que estaba contando nada tenía que ver con la política; Pero que sino metía esas dos o tres referencias al gobierno de AMLO la gente le iba a tachar de ser un sucio chairo incapaz de criticar al gobierno en turno.
UN FINAL QUE SE RESISTE A LLEGAR
Así mismo, se podría recortar mucho metraje y el mensaje sería el mismo. Ya de por si su estructura esta basada en una sucesión de sketches apenas relacionados entre si. Los cuales, no solo carecen de gracia, sino que además entorpecen la narración.
Todas las pesadillas de Pancho Reyes, el supuesto protagonista, que deberían fungir como conexión de la trama no actúan como tal. Además, se entre mezclan con la realidad haciendo indistinguible una cosa de otra. No en un sentido onírico, sino más bien debido a que carecen de una identidad propia que les distinga del resto de los sucesos.
Esto resalta especialmente al final. Casi pareciera que esta película busca sentirse la conclusión de una épica de fantasía al estilo Señor de los Anillos, pues nos presenta cinco escenas qué bien podrian interpretarse como el final de la cinta. Lo cual provoca que uno se sienta engañado y nos preguntemos constantemente cuando demonios va a acabar la película.
UNA PEQUEÑA ESPERANZA
Ya desde la Dictadura Perfecta me parecía que Estrada comenzaba a quedarse sin ideas y ¡Que Viva México! vino a comprobármelo. No dudo de su capacidad y de manera legítima espero pueda encontrar la motivación para hacer mejores producciones en el futuro, después de todo tras el fiasco qué fue Un Mundo Maravilloso nos trajo una obra de arte como El Infierno. Lo cierto es que no envidio su posición, para mi seria imposible hacer buena sátira política en un mundo en el que el absurdo de la realidad supera a cualquier ficción posible.
No obstante y con clara reserva, seguiré al pendiente de su trabajo. Quien sabe tal vez la tercera sea la vencida. Échele ganas, Sr. Estrada, aquí seguimos al pendiente.
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